El auge del teletrabajo por la pandemia ha aumentado notablemente los ciberataques, pero los escasos expertos en este campo no alcanzan a cubrir la demanda existente
Cuando la crisis de coronavirus nos convirtió, repentinamente, en una economía de confinamiento, muchos pudieron mantener su actividad gracias al teletrabajo, que pasó del 5 al 34 % durante el estado de alarma. Por encima de la seguridad, la prioridad fue mantener la producción, y eso abrió de par en par la puerta a la ciberdelincuencia, que en estas semanas ha llegado a multiplicarse por tres. No se trata de una amenaza nueva: en el primer trimestre de 2020, el número de ciberataques aumentó un 40 % a nivel mundial, según datos de IBM; y solo en 2018, España registró un total de 111.519 incidentes, de acuerdo con el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE). Un 36 % de las compañías españolas fue víctima de un ciberataque durante los siete primeros meses de 2019. Y no solo las empresas, también puede leerse el ciberataque llevado al Ministerio de Trabajo de España o hackeo sepe.
La necesidad de profesionales es evidente y, sin embargo, la demanda sigue sin cubrirse: se calcula que, en 2022, 1,8 millones de puestos de trabajo relacionados con la ciberseguridad quedarán vacantes en todo el mundo, 350.000 de ellos en Europa.